Amaia despliega su nueva mirada al pop en un concierto impecable
Es la misma, pero de igual forma en que los a帽os hacen evolucionar a las personas, Amaia est谩 en plena mutaci贸n. S铆, sigue pareciendo tierna, ani帽ada, a veces fijada en una visi贸n rom谩ntica del amor, que a su edad vive de fogonazos y rupturas, y muestra una inseguridad que ahora m谩s que nunca se antoja un recurso para combatirla. La mostr贸 al preguntar al final del concierto ¿se os ha hecho demasiado largo? Llevaba cerca de dos horas en el escenario protagonizando un espect谩culo en cuatro actos que ni sus m谩s furibundos detractores podr铆an descartar de un plumazo, pero ella parec铆a seguir necesitando confirmaciones, el bramido afirmativo de la asistencia. En realidad ya hab铆a dictado sentencia la confirmaci贸n de su nuevo concepto, de tacto m谩s electr贸nico sin olvidar lo anal贸gico, esa forma de abordar el repertorio y de c贸mo presentarlo est茅ticamente. Amaia ha crecido, se ha sofisticado, ha abierto m谩s ventanas, ha hallado nuevos sonidos y se ha asentado como una voz descollante en el pop nacional alcanzando p煤blicos dispares. De ello dej贸 prueba en el primer concierto de su nueva gira en el Sant Jordi Club de Barcelona, donde este s谩bado repite para estar ma帽ana domingo en Madrid. Todo vendido.
Pero lo importante es que adem谩s de agotar las entradas dej贸 al p煤blico con ganas de m谩s tras dos horas sin pausa. Mayor铆a femenina sin acompa帽antes masculinos en plan pasmarote, pues ellos tambi茅n estaban muy dentro del espect谩culo. Uno, casi al final, afirmaba exultante: “Los mejores 35 euros que me he gastado 煤ltimamente”. Ella cantaba s贸lo con un guitarrista Yamaguchi, una jota, un recuerdo a un parque de su Pamplona natal y el concierto se acercaba a la desembocadura con otra demostraci贸n vocal de Amaia, voz transparente pero a la vez con cuerpo, capaz de subir robusta y con una potencia que en varias fases de la actuaci贸n no precis贸 de la proximidad del micro, bajado hasta medio cuerpo como por casualidad, no pareciendo un ejercicio pirot茅cnico para deslumbrar.
Pero al chaval lo que le hab铆a robado el coraz贸n fue la versi贸n de Santos que yo te pinte de Los Planetas, llevada un delicado terreno pop con intenci贸n de balada que s贸lo al final acept贸 percusi贸n electr贸nica. Jotas y Los Planetas, am茅n de Papa Levante, Me pongo colorada, el Zorongo gitano de Garc铆a Lorca que entre otras han cantado Carmen Linares y Ana Bel茅n El encuentro, de Alizzz, y fragmentos en otros de sus temas de La tarara y del Ave Mar铆a de Bisbal. Adem谩s de canciones propias como el homenaje a Marisol, Tocot贸 fue el primer calambrazo que sinti贸 el p煤blico en los inicios del concierto, y a Mecano mediante MAPS, una canci贸n dedicada a su madre, presente en el recinto, y con una letra que cualquier madre desear铆a escuchar en boca de su hija antes de licuarse bajo su efecto: “si nos encontr谩ramos con 24 a帽os/nos confesar铆amos en la cola del ba帽o/me har铆as una peca, te pondr铆a pintalabios”. Complicidad femenina en estado puro. El p煤blico brincaba, las parejas se aproximaban y bailaban hasta los m谩s patosos.
Amaia tambi茅n bail贸, trot贸, camin贸 a paso ligero y salt贸 por el escenario, y lo hizo como Amaia hace las cosas, como si fuese una fan de cualquier artista que escuchando sus canciones bailase frente al espejo de su habitaci贸n, bajo los p贸sters. Desarma su ausencia de impostura, su naturalidad, su franqueza…hasta dijo que se mord铆a las u帽as antes de tocar el arpa en Y ya est谩 ante un silencio in茅dito en un concierto, logrado con una canci贸n en la que se habla de la muerte. Es un tema ya adulto sobre el que reflexiona tanto en primera persona como recordando a la de su abuela en Despedida. Por supuesto, am茅n de Si abro los ojos no es real, su 煤ltimo y mejor disco al completo, interpret贸 茅xitos de sus otros dos trabajos, siete cortes de Cuando no s茅 qui茅n soy , de donde escogi贸, no sin humor, Bienvenidos al show para cerrarlo y cuatro de No pasa nada, entra las que no faltaron Quiero que vengas y Quedar谩 en nuestra mente. La Amaia de ayer, la Amaia de hoy en una transici贸n que no permite hablar de dos Amaias, sino de una sola que va creciendo personal y art铆sticamente y como quienes tienen intenci贸n de mirar, sabiendo mirar, y aprender, desechando lo que les aparta de su camino, camina con los ojos abiertos y se muestra permeable con la seguridad de poder tocar en escenario guitarra, teclado y arpa.
Y hablando de escenario, la producci贸n, en su concepto, ya val铆a el precio de la entrada. Una pasarela con escaleras en un lateral presid铆a el entarimado, ocupando su parte trasera. En su parte inferior tres cub铆culos, en uno de los cuales Amaia toc贸 eventualmente el piano, por ejemplo en Fantasma, acompa帽ada por una l谩mpara de pie de Miguel Mil谩. En los otros dos cub铆culos estuvieron seis instrumentistas (cuerda y viento) adicionales a los seis componentes de la banda, todos multinstrumentistas, y tambi茅n compareci贸 un coro (del Taller de M煤sics) que despleg贸 sencillas coreograf铆as que alcanzaron su mayor plasticidad en Nuevo verano, una especie de recreaci贸n multiplicada y en plano general de la portada del segundo 谩lbum de Queen. Como ocurre con los artistas carism谩ticos, nada de ello opac贸 el trote ingenuo de quien de verdad llen贸 el escenario con su espontaneidad y llaneza. Amaia ha sobrevivido a OT y a lo que implica hacerse famosa antes de los 20. Y encima escribe su propio gui贸n. Eso sin dejar de parecer una fr谩gil mariposa pizpireta que no ha perdido las escamas de sus alas.
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