Muere a los 93 años el músico Lalo Schifrin, leyenda del jazz y de las bandas sonoras como ‘Misión: Imposible’

Lalo Schifrin, uno de los grandes del jazz y de la composición audiovisual, falleció anoche en Los Ángeles, víctima de una neumonía, a los 93 años, según anunció uno de sus hijos, Ryan, en un comunicado. Puede que el nombre del argentino no sea tan popular como el de otros pianistas de jazz o insignes creadores de bandas sonoras, pero probablemente el bonaerense tuviera más talento que ellos, confirmado tanto en grabaciones jazzísticas puras como en las partituras que formaron parte de La leyenda del indomable, Bullitt, Enter The Dragon, Harry el sucio, El rey del juego o Tango, y en series como Starsky y Hutch o Mannix. Y por supuesto, la serie de televisión y posterior saga en el cine Misión: Imposible: suya es esa explosión musical que aúna acción y tensión. Seis veces candidato al Oscar, recibió la estatuilla de honor en 2018 de manos de Clint Eastwood. Además, ganó cuatro premios Grammy (y un quinto en los Grammy Latinos), y fue candidato a cuatro Emmy y una vez al Goya, en este caso por la banda sonora de Berlín Blues (1998), de Ricardo Franco

Con todo, en uno de sus conciertos, en el festival de San Sebastián de 1998, cuando dirigió a la Euskadiko Orkestra en el velódromo de Anoeta antes de la proyección de Tango, de Carlos Saura, de cuya banda sonora era autor, Schifrin le dijo a este periodista: “Yo tuve dos suertes: el apoyo de mi padre y conocer a Dizzy [Gillespie]”. Y sobre su famosa sintonía para la serie Misión: Imposible, creada en 1966, aseguraba: “Fue muy fácil, y la hice sin ver una imagen de la serie. En realidad, la compuse en pocos minutos. El productor me pidió algo emocionante, y así salió”.

Boris Claudio Schifrin nació en Buenos Aires en 1932. Su padre era violonista sinfónico, y fue él quien le puso delante de un piano a los seis años. Uno de sus profesores fue Enrique Barenboim, el padre del director de orquesta Daniel Barenboim. A los 16 años, unos compañeros de estudios le pusieron su primer disco de jazz: “Fue como una iluminación, un momento muy importante en mi vida. Me convertí al jazz”, recordaba en una entrevista de 2008 para el Archive of American Television. Sin embargo, el jazz se consideraba “inmoral” en ese entonces, y por ello Schifrin lo escuchaba a escondidas en Buenos Aires.

A sus 20 años viajó a París, donde por fin disfrutó del jazz (en aquellos momentos era una de las capitales de este género) y estudió en el Conservatorio de la ciudad. A su vuelta a Buenos Aires montó su propia big band, empezó a componer para cine, y llegó su gran encuentro: conoció en una recepción en la embajada de Estados Unidos en Argentina a Dizzy Gillespie, que en aquella gira por Argentina iba acompañado de Quincy Jones, y ellos dos, más Schifrin y el renovador del tango Astor Piazzolla (que ya era una gran figura) actuaron juntos.

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