«I Feel Love» de Donna Summer ¿sienten los robots mec谩nicos?
Un d铆a de 1977 esta canci贸n del futuro trajo un sonido que dominar铆a el mundo y demostr贸 que las m谩quinas sienten
Cuando se conocieron, Giorgio Moroder llevaba a帽os trabajando con sintetizadores, educ谩ndose en la germana escuela del sonido M煤nich, mientras que Donna Summer era una cantante desconocida de Boston que particip贸 en la producci贸n europea del musical «Hair» y se encontraba en la capital b谩vara algo desubicada. El legendario productor italiano observaba lo que Kraftwerk hac铆an de manera experimental y trataba de darle a esos mismos sonidos un peque帽o toque latino, sensual, unas pinceladas de sonido Philadelphia. Y as铆, como una especie de manifiesto sobre la m煤sica del futuro, ambos grabaron un disco que ir贸nicamente hablaba del pasado, «I Remember Yesterday», en el que se inclu铆a un tema rompedor: «I Feel Love». Fue en 1977, el mismo a帽o que apareci贸 «Trans Europe Express», de los de D眉sseldorf, ambas obras determinantes para el nacimiento de un nuevo lenguaje: la m煤sica electr贸nica, el techno y el house. Pero la primera fue, adem谩s, un 茅xito arrollador, un canto de amor cibern茅tico, una fantas铆a roboer贸tica que demostr贸 que las m谩quinas pod铆an hacernos sentir.
Orfebrer铆a electr贸nica
Moroder era (es) originario de una regi贸n italiana que tiene m谩s que ver con la algor铆tmica cabeza germ谩nica que con el estereotipo de pasta con tomate que cunde apenas cien kil贸metros al sur del Valle de Gardena, en los Alpes Dolomitas. As铆 lo relataba el legendario productor en la intro de «Giorgio By Moroder» en el disco superventas de Daft Punk «Random Access Memories» en el que los franceses le rend铆an pleites铆a. Moroder se educ贸 musicalmente en Alemania desarrollando una relaci贸n de amor con una m谩quina: un Moog Modular, una pieza de orfebrer铆a electr贸nica capaz de generar sonidos tan imprevisibles y con tanta alma como un Stradivarius o una Les Paul.
El italiano hab铆a explorado ya el erotismo disco-maquinal en sus «Nights of White Satin» («Noches de blanco sat茅n») y preparaba una respuesta al «Je t’aime» (1969) de Gainsbourg y Birkin. Los discos de sintetizadores no eran algo tan extraordinario: los propios Kraftwerk y Tangerine Dream hab铆an dado sus primeros pasos y Emerson, Lake & Palmer ya los aplicaban al rock progresivo. Sin embargo, nadie hab铆a conseguido un sonido de 茅xtasis, una escena de sexo glacial que cegase con el brillo met谩lico del porvenir. Summer aplicaba su timbre negro a una forma de cantar casi de soprano, limpia y desapegada, a millones de galaxias de aqu铆, en la nebulosa del orgasmo. «I Feel Love» fue una canci贸n pionera en el lenguaje electr贸nico, con una pincelada de m煤sica disco y alma de soul, cosa que soliviant贸 a los aficionados del g茅nero, que pod铆an soportar la «Sex machine» de James Brown, pero no la m谩quina de amor de Moroder, aunque fuera con voz negra, como recuerda Peter Shapiro en «La Historia secreta del disco» (Caja Negra). En parte ten铆an raz贸n: los atributos negros de la voz de Summer quedaban desplazados a una realidad paralela, arrancados de su identidad, lo cual era exactamente el objetivo de Moroder.
Dejaron al mundo occidental patidifuso. Para Bowie fue como presenciar un cap铆tulo nuevo de su Ziggy Stardust. Y es que el productor marc贸 el sonido de la siguiente d茅cada tanto del underground –muchos Dj del house y el techno le rend铆an culto– como del «mainstream» –de New Order a Jean Michel Jarre, de Madonna a Blondie–, con una canci贸n sobre sentir como una m谩quina. Ir贸nicamente, el productor italiano qued贸 fuera de los focos del tema, que apuntaron a Donna Summer, aunque esta se cans贸 pronto de ese papel de cyborg ext谩tica. Sus valores de cristiana conversa entraban en conflicto con los de diva de xenon y trat贸 de reconducir su carrera hacia otros derroteros pop de menos temperatura. Incluso trat贸 de convencer al italiano de hacer una canci贸n sobre Jes煤s, pero el productor solo pod铆a pensar en el amor de las m谩quinas.
«I Feel Love, I Feel Love, I Feel Love»
«Siento amor, siento amor, siento amor»
De acuerdo, no es un verso de una gran altura l铆rica, pero lleva consigo toda la carga simb贸lica de una m谩quina que descubre que puede sentir el amor corriendo por sus circuitos. Es, adem谩s, una declaraci贸n de intenciones en un contexto, el de 1977 de plena Guerra Fr铆a en la que el Planeta miraba con terror las noticias. Una especie de paz y amor maquinal para los nuevos tiempos.
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